Era un dia viernes, lleno de cuadernos, carpetas, pizarrones, tizas, profesores y alumnos. Pero lo más importante que debería ser en una escuela pública, el estudio, o sea, el despertar de cientos, miles de adolescentes para estudiar, adquirir conocimientos o tal vez divertirse con amigos o evadirse de clase, se vió alterado por una medida de lucha.
Esta mañana fue distinta, comenzó la asamblea en el patio central del colegio, comandada por chicos y chicas del Centro de estudiantes, en el trascurso de los días de la gran decisión se observó siempre un poco de desorganización.
Discursos en contra, otros tantos a favor, gritos de padres, peleas en la puerta principal, confrontaciones, pero también cooperación, solidaridad, charlas públicas dadas por profesores o testigos de hechos históricos argentinos, como la dictadura militar; fue lo que se destacó en estos días de toma del colegio, así como en otros colegios de Capital Federal.
En los últimos días de la toma, tantos alumnos terminaron sin tener clase, padres sin saber que hacen, alumnos dias y noches pasando frio, y hambre por un reclamo de hace décadas pedido, sin la certeza de si servirá de algo pelear, reclamar, cortar calles o tomar el colegio.
Con la esperanza de que la enseñanza media y la infraestructura de los colegios publicos se mejore no se sabia si estas medidas se volveran a tener que repetir para que algo cambie, el cemento, los bancos, las sillas o nuestra enseñanza.
Belén García Palotti
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